El Decrecimiento, una teoría de evolución social paralela

Hoy nos gustaría hablaros un poco un poco de “El Decrecimiento”, una teoría de evolución social paralela, crítica con la modernidad y los abusos del Desarrollismo industrial.

A partir de la segunda mitad del siglo pasado, el concepto de desarrollo vivió tres momentos importantes:

  • La teoría de la modernización, basada en el crecimiento económico y el desarrollo.
  • Las técnicas de las teorías liberales; para influir en población y hábitos sociales y de consumo
  • La teoría de la dependencia, el problema del capitalismo y la explotación «Norte-Sur»

El modelo de desarrollo económico neoliberal se basa en el crecimiento ilimitado, en el que el consumo masivo es el objetivo básico del desarrollo y la actividad económica, y también la privatización y la mercantilización masiva de la humanidad y la naturaleza.

Además, la idea de desarrollo actual también se caracteriza por una reproducción del sistema dominante en el mundo occidental, ya que no cuestiona la distribución de roles diferentes para hombres y mujeres y la subordinación de éstas en la sociedad y, por lo tanto, no tiene en cuenta el criterio de igualdad. ni propone una nueva cultura económica, más equitativa, al servicio de las personas.

En este contexto general, el enfoque del Decrecimiento plantea la necesidad de crear alternativas al desarrollo, cuestionando sus fundamentos ideológicos, institucionalización y discursos “legítimos”, basados ​​en la urgencia del crecimiento económico, el sobre-aprovechamiento de los recursos y la creencia en el desarrollo ilimitado.

Este enfoque apela a la idea fundamental de que el crecimiento ilimitado en un planeta con recursos limitados es insostenible y, por otro lado, busca respuestas a problemas sociales y políticos fuera del modelo de desarrollo. es teórica, pero imbuida de un claro sentido de la realidad y una voluntad de transformación.

Las acciones principales a llevar a cabo para empezar a ser parte de esta tendencia de cambio de modelo son:

  • Rediseñar el sistema, basándolo en la huella ecológica sostenible
  • Reducir los costos de envío
  • Re-Localizar actividades económicas
  • Restaurar la agricultura y otras labores tradicionales
  • Reducir el tiempo de trabajo
  • Reducir el impacto sobre la biosfera de nuestros modos de producción y consumo
  • Reciclar y reutilizar
  • Reorientar la investigación científica y tecnológica
  • Reducir gradualmente el espacio bancario y el patrón dinero.

El modelo de producción, distribución y consumo eléctrico está gestionado y controlado por una serie de empresas multinacionales, que obtienen beneficios superiores a las necesidades reales de consumo de energía y respeto por el medio ambiente. Esto, por un lado, conduce a la destrucción gradual del medioambiente y la pérdida de recursos naturales, por otro lado, hace que los consumidores sean inducidos a ignorar lo que consumen, además de la degradación ambiental debido a las largas distancias que las líneas eléctricas deben recorrer desde el lugar de producción hasta el lugar de consumo.

En esta encrucijada surge la necesidad de un cambio de modelo, planteado por muchos movimientos sociales, que exige un cambio radical en el sistema actual, a fin de garantizar el bienestar social de las personas presentes y futuras.

Este nuevo modelo se propone desde un enfoque decreciente que toma como punto de partida el rechazo al crecimiento económico ilimitado, insostenible e injusto para impulsar cambios más allá del actual modelo del desarrollo, a partir del análisis multidisciplinar para una visión más sostenible de los problemas y alternativas venideros desde lo social y lo medioambiental.

En él, las energías renovables jugaran sin duda un papel irreemplazable, pero desde luego no con el modo que se propone por parte de estas multinacionales, consistente en destrozar el medioambiente, la fauna y el entorno de las zonas en las que implantan sus macroproyectos eólicos y fotovoltaicos, sino desarrollando sistemas sostenibles y respetuosos como el autoconsumo, las comunidades energéticas y la reducción de hábitos de gasto eléctrico tanto a nivel personal como institucional.

Renovables sí, pero no así.

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