Disonancia Cognitiva ( no hay mayor ciego que el que no quiere ver)

Cuando las personas se enfrentan a una realidad incomoda, pueden obrar de 2 maneras: Una es analizar la información recibida de una forma objetiva y respecto a ella modificar su propio pensamiento para aceptarla; pero esta es la menos habitual de las dos, la otra -la que la mayoría de los individuos aplican-, se explica a través del “palabro” que da título a este artículo: Disonancia Cognitiva.

En psicología, este término hace referencia a la tensión o desarmonía interna del sistema de ideas, creencias y emociones que percibe una persona que tiene al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto, o por un comportamiento que entra en conflicto con sus creencias. Consiste básicamente en que el individuo trata de readaptar la realidad, manipulando mentalmente la información recibida para, por medio de la negación, la desestimación o el rechazo violento de esta, pueda acomodar el concepto a su forma de pensar.

En palabras mas sencillas: cuando una realidad incomoda entre en conflicto con sus creencias, se negará a aceptarla de ninguna forma, reaccionando ante ella como si no existiese o cubriéndola con argumentos que, aunque no sean ciertos, a él le resulten válidos para acallar su conciencia.

Esta, desgraciadamente es una actitud muy común entre los promotores de los macroproyectos energéticos extractivos, que, aunque su impacto negativo en el medioambiente y el entorno natural de los lugares donde se construyen ya haya sido fehacientemente demostrado, siguen contando con el apoyo y la connivencia de muchos consistorios municipales, los cuales, por medio de manipulación de la información, ignorancia consciente de los hechos y la influencia forzada en algunos “estómagos agradecidos” que prefieren no implicarse o ponerse de perfil ante estos atropellos (por no perder las prebendas o privilegios con los que se paga su silencio), terminan avocando a sus municipios a una reconversión industrial que acaba por destrozar su diversidad ecológica y medioambiental y sus tesoros culturales y paisajísticos.

Esta actitud negacionista, los lleva a tratar de blanquear estas actuaciones urbanísticas, revistiéndolas de un valor económico para el pueblo con el que justificar el crimen ecológico que están cometiendo, y a acusar a todo aquel que se opone de “manipuladores y mentirosos”, de “ir en contra de los intereses del pueblo” o de “impedir el progreso”, tratando con ello de influenciar a la opinión publica para que compren sus ideas sin cuestionarlas.

La verdad solo tiene un camino, y finalmente el tiempo pondrá en su sitio a cada uno (aunque sea demasiado tarde para evitar el desastre), demostrando quien tenia razón y quien era el ciego que no quería ver.

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